Psicosomática y adolescencia

Por Raquel Vega

En el ciclo del desarrollo vital cada una de las etapas por las que atravesamos conlleva diversos desafíos y logros. Por muchos años la adolescencia se consideró como un momento de transición entra la infancia y la edad adulta: se pensaba como una especie de limbo donde no se es niño ni adulto y no se estudiaba mucho. Sin embargo, gracias a los estudios actuales, sabemos que es una etapa de la vida de gran importancia con sus particularidades, desafíos y retos.

En la adolescencia suceden diversas transformaciones: no solo el cuerpo atraviesa por los conocidos y bien estudiados cambios fisiológicos, sino que también suceden diversas transformaciones de índole psíquica y emocional. El adolescente tiene que lidiar con los cambios corporales pasivamente, pues no es algo en lo que tenga posibilidad de decisión, pero también tiene que descubrir y construir una identidad adulta, así como pasar por una serie de cambios y decisiones como la pareja, la carrera, etc.

En algunos adolescentes la etapa de la pubertad, que es cuando más cambios físicos se presentan y que también implica duelos y transformaciones que debe elaborar la mente, puede disparar enfermedades psicosomáticas, ya sea que hayan existido antecedentes en la infancia o que se presenten por primera vez en esta etapa.

Las enfermedades psicosomáticas por las que pueden pasar los adolescentes suelen ser de diversa índole; por ejemplo, enuresis, asma, problemas de la piel y alergias, trastornos digestivos, anorexia, irregularidades menstruales, enfermedades inmunes, etc.  Denominamos enfermedades psicosomáticas a aquellas afecciones que parecen tener cierto origen en conflictos emocionales, tomando en cuenta que no se trata de fenómenos unicausales.

Existen diferentes perspectivas sobre las enfermedades psicosomáticas: algunos autores hablan de cómo ellas se presentan cuando sucede algo del orden traumático que rebasa la posibilidad de la mente para poder procesarlo y elaborarlo. También están los que consideran que en personas que presentan dichas enfermedades se puede dar cuenta de un vínculo temprano con la madre en el que hubo alteraciones importantes, así como existe la noción de que el funcionamiento psicosomático se debe a una dificultad de la mente para dar significado a las experiencias emocionales, por lo que todo esto se expresa en el cuerpo, evitando así una respuesta emocional, la cual se convierte en una respuesta física.

En el caso de la adolescencia se piensa que los duelos y cambios por los que se pasa en este momento de la vida producen una intensa ansiedad, por lo que algunos adolescentes no logran llevar a cabo todas las tareas y desafíos de dicha etapa. Más que elaborar las ansiedades, particularmente aquellas que tienen que ver con la sexualidad y el cuerpo, lo que se presenta es la enfermedad psicosomática. Es como si el proceso adolescente fuera imposibilitado por esta.

En el trabajo con los adolescentes el tratamiento no iría enfocado a quitar o desaparecer síntomas, sino más bien a explorar la mente del chico y acompañarlo para que pueda entrar en contacto con todo aquello de índole emocional que no puede ser procesado y se ha convertido en síntoma, y de este modo poder construir significados, fortalecer la mente y tener posibilidades de vivir y aprender de las experiencias.

En el diplomado “Psicosomática: perspectivas teóricas y enfoques clínicos”, coordinado por Alma Toledo, Michelle Aymes y Raquel Vega, estudiaremos las diversas posturas teóricas que existen en torno al fenómeno psicosomático y las particularidades que tiene en las etapas del ciclo vital.

 

Referencia

Puig, M. (2009), Sobre la adolescencia. Perspectivas clásicas y actuales, tesis de doctorado, México, Centro Eleia.

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