Psicopatología de límites y fronteras 

Por Kathia Cavazos Linares

 

La práctica clínica nos acerca a la comprensión de estructuras psíquicas diversas y complejas. Vale decir que, hoy en día, dentro de este espectro de multiplicidades, la atención a pacientes fronterizos resulta frecuente. Desde los años cincuenta, la patología de límites y fronteras cobró un interés particular; claro ejemplo de esto es Otto Kernberg, psicoanalista vienés quien, influido por las ideas kleinianas, dedica buena parte de su investigación a la precisión en el diagnóstico y tratamiento de este tipo de pacientes.

          Entonces, ¿qué es aquello que resulta característico en dicha organización? Primero, habrá que tener en consideración el hecho de que son alteraciones psicopatológicas estables, con sus respectivos mecanismos defensivos, respuestas sintomáticas y relaciones objetales internalizadas; y no perturbaciones en las que se transita, con facilidad, de la neurosis a la psicosis. Por lo tanto, la idea de frontericidad implica que, a pesar de que en ocasiones los síntomas parecieran estar en el núcleo de lo neurótico, frente a situaciones que causan tensión emocional intensa, desarrollan estados similares, aunque no idénticos, a los que experimentan los psicóticos (Bleichmar y Leiberman, 1989/2017).

          Se trata de pacientes con importantes niveles de ansiedad (crónica) y labilidad emocional generalizada (cuya falta de control de impulsos puede ponerlos en peligro fácilmente), que experimentan tendencias sexuales caóticas y múltiples, y que desarrollan síntomas fóbicos, histéricos, obsesivo-compulsivos e hipocondríacos, que suelen combinarse (neurosis polisintomática). Además, tienden a percibir a sus objetos, en su totalidad, como buenos o malos; por ello, suelen utilizar mecanismos de defensa primitivos, como la escisión, la identificación proyectiva, la negación, la idealización y la omnipotencia, lo cual explica su incapacidad para mantener vínculos realistas y empáticos con otros. Aunado a esto, es frecuente que presenten experiencias de frustración extrema e intensa agresión en los primeros años de vida (Kernberg, 1975/2001).

          En la construcción y desarrollo de la relación analítica y, de acuerdo con lo propuesto por Norberto Bleichmar y Celia Leiberman, esta patología se expresa por una transferencia infiltrada de impulsos agresivos que resulta masiva, indiscriminada e intensa (1989/2017, p. 451). Este vínculo se conocerá como transferencia psicótica, pues posee elementos muy parecidos a los que realizan los pacientes esquizofrénicos. Incluso, en algunas ocasiones, puede haber una pérdida de la prueba de realidad, es decir, que pueden surgir ideas delirantes y aparecer elementos alucinatorios en las sesiones. Cabe mencionar que, en el caso de aquellas personas que presentan psicosis francas, la pérdida de la prueba de realidad, así como lo delirante y lo alucinatorio, invaden de manera absoluta el psiquismo y, por ende, la propia vida. En cuanto a la contratransferencia, que será igual de impactante que la transferencia, Kernberg la utiliza como un instrumento adicional para la comprensión del paciente (1975/2001, p. 456).

          Los objetivos terapéuticos perseguirán la integración de los objetos que se encuentran escindidos de manera drástica, ya que la presencia de la agresión intensa dificulta la posibilidad de que dicha integración ocurra en un periodo más temprano del desarrollo.

          En tanto que las actuaciones dentro y fuera de la sesión llegan a suceder con facilidad, a causa de la fragilidad del yo, habrá que limitar el surgimiento de la agresión desde el encuadre, especificando que queda prohibida, en su totalidad, cualquier muestra de violencia física dirigida al terapeuta o a los objetos que forman parte del consultorio. En determinados casos, internar al paciente también podrá formar parte del plan de intervención, sobre todo si puede poner su vida en peligro o si comete actos condenados por la ley. Otra característica que se ve modificada en la técnica es el uso del diván; Kernberg prefería el trabajo cara a cara, debido a la rica aparición de elementos no verbales que perderíamos de vista de no observar frontalmente al paciente.

          Para concluir, conviene meditar que, aunque el presente artículo muestra determinadas premisas que siguen siendo aplicables a la hora de pensar y trabajar con pacientes que tienen este tipo de patologías, también existen aportes que plantean formas distintas de entender las partes del psiquismo de los mismos, por lo tanto, llevarán consigo otros métodos de intervención terapéutica.

 

 

Referencias:

Bleichmar, N. y Leiberman, C. (2017). La teoría de las relaciones objetales en la obra de Otto Kernberg. El psicoanálisis después de Freud. Teoría y clínica (pp. 443-460), Paidós. (Obra original publicada en 1989).

 

Kernberg, O. (2001). Desórdenes fronterizos y narcisismo patológico. Paidós. (Obra original publicada en 1975).

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