El deseo de malentender o de no entender: los ataques al vínculo

Por Andrea Amezcua Espinosa

 

La observación que Wilfred Bion hace de los ataques al vínculo a lo largo de su obra y, sobre todo, en Volviendo a pensar, abren la puerta al estudio de estados mentales que reflejan una realidad psíquica dolorosa. Dicha realidad está matizada por intensos sentimientos de odio, intolerancia y rechazo a toda posibilidad de unión de objetos. Y en sí, comprometen la comprensión o entendimiento del pensamiento y del lenguaje. Son, entonces, eventos desvinculantes que promueven la protomentalidad, la ausencia de aprendizaje y de todo aquello que pueda vincular un elemento con otro.

 

En palabras de Bion: “consideraré los ataques fantaseados al pecho como el prototipo de todos los ataques a objetos que sirven de vínculo y la identificación proyectiva como el mecanismo utilizado por la mente para deshacerse de fragmentos del yo producidos por su propia destructividad” (Bion, 1977, pp. 128-129). El pecho, que aparece como el proveedor y gratificador, tal como lo describió Melanie Klein, es el objetivo prototípico del ataque de aquel que siente una imposibilidad arrogante de tolerar el misterio del objeto y necesita aniquilarlo en la fantasía. Un pecho que se vincula con un bebé, una madre que provee alimento emocional y calidez: son el blanco de lo que después podrá verse en la vida de los seres humanos como una manifestación violenta y hostil contra la ligazón o lo vinculante.

 

Aquí cabe recordar uno de los ejemplos clínicos que Bion narra en el capítulo dedicado a dicho fenómeno, donde explica cómo un paciente tiene un episodio de tartamudeo, acompañado de falta de aire, totalmente inusual en él. Esta alteración en el lenguaje viene después de una interpretación de Bion donde señala la gratitud frente a una madre que pudo querer a un “niño difícil”. La imposibilidad de tolerar el dolor de unir la dificultad de la infancia con el amor de una madre llevó al paciente a atacar la idea de una manera bastante concreta: no pudo más que destruir el lenguaje mismo, la base fundante de la expresión. En ese sentido, los ejemplos clínicos abundan en este ataque al vínculo; no obstante, es algo que puede ocurrir de continuo en la cotidianidad.


Es decir, el deseo de malentender, como una expresión de la parte psicótica de la personalidad (de la cual participamos todos) es visible en los grupos humanos y en las relaciones íntimas entre personas. Es bastante común, por ejemplo, encontrar un grupo de supuesto básico, que no persigue la verdad o la comprensión de la misma, sino que se enfrasca en afirmar mentiras tranquilizadoras en forma de certezas: polarizar al mundo circundante en términos de “buenos” o “malos”. Así no se logra apreciar la complejidad de la existencia ni de la experiencia humana.

 

No entender es una defensa que procura alejar de la mente la posibilidad de que el discurso, narración vital, creencia o certeza respecto a uno mismo puede ser diferente. El no querer o poder entender lleva a una relación entre sujetos que carece de intimidad, tal como lo describen León Grinberg, Elizabeth Tabak de Bianchedi y Darío Sor: “Debido a la intensidad de los impulsos destructivos, el amor se torna en sadismo y el conflicto entre instintos de vida y de muerte no alcanza a solucionarse. […] El ataque dirigido contra aspectos del self determina que las principales actividades mentales, en especial el aparato de percepción, así como también los vínculos con los objetos, aparezcan mutilados y transformados en pequeñas partículas o fragmentos que son expulsados violentamente” (Grinberg et al., 1991, p. 40).

 

En ese estado confusional y de odio, la parte psicótica de la personalidad impera y se alimenta de la destrucción de los vínculos: la barrera de contacto, también descrita por Bion, se sustituye por una pantalla beta; la digestión de los pensamientos por parte de una mente pensante, se sustituye por una evacuación mediante la identificación proyectiva. Sin pensamiento no hay ligazón, se anula la posibilidad vinculante entre pensamientos, lenguaje y subjetividades. Aunque pudiera parecer un aspecto bastante destructivo de la mente, Bion y sus seguidores intentaron dar una explicación y sentido a dichas experiencias clínicas, fuera y dentro del consultorio.

 

 

Referencias:

Bion, W. R. (1977). Volviendo a pensar. Hormé.

 

Grinberg, L., Sor, D. y Tabak de Bianchedi, E. (1991). Nueva introducción a las ideas de Bion. Tecnipublicaciones.

Compartir: