Los fenómenos obsesivo-compulsivos
Por Víctor Ruiz
La manera en que interactuamos con el mundo está determinada por nuestra estructura de la personalidad. Este conjunto de características y funcionamientos, tanto conscientes como inconscientes, define cómo sentimos, pensamos y nos comportamos en las diversas situaciones de la vida. Dentro del amplio espectro de personalidades, algunas se destacan por el predominio de rasgos, fantasías y defensas que conocemos como obsesivo-compulsivas.
Las manifestaciones obsesivo-compulsivas han fascinado a especialistas y al público en general a lo largo de la historia. Éstas se presentan en diversos niveles de funcionamiento e intensidades, desde rasgos leves que acompañan un carácter neurótico flexible, hasta neurosis sintomáticas y caracteropatías más severas. En algunos casos extremos, pueden alcanzar niveles de funcionamiento psicótico o delirante.
Para entender mejor las estructuras y fenómenos obsesivo-compulsivos, es útil examinar cómo se manifiestan estos rasgos en la vida diaria. Las personas con este tipo de personalidad suelen ser meticulosas, buscan la perfección y son extremadamente organizadas. Estos individuos pueden acumular objetos y ser controladores, siempre interesados en encontrar soluciones a problemas mediante un pensamiento racional. Además, disfrutan de la estructura y las buenas formas. Algunos se distinguen por su persistencia, que puede presentarse como terquedad, lo que coloquialmente conocemos como “llevar la contra”. Personajes históricos como el emperador romano Tiberio, el teólogo Martin Lutero, el científico naturalista Charles Darwin y el inventor Nikola Tesla han mostrado comportamientos que hoy podríamos identificar como obsesivos y compulsivos.
El cine y la literatura también han retratado este trastorno. En la literatura, personajes como Sherlock Holmes muestran pensamientos obsesivos y compulsiones en su meticulosa búsqueda de la verdad. Películas como El aviador (Scorsese, 2005), que relata la vida de Howard Hughes, y Mejor… imposible (Brooks, 1997), con Jack Nicholson interpretando a un escritor obsesivo-compulsivo, muestran cómo estos comportamientos pueden dominar la vida de una persona. En la serie de televisión Monk (Breckman, 2002-2009), el detective Adrian Monk es un claro ejemplo de una personalidad obsesiva. Este detective privado aprovecha y también padece sus obsesiones y compulsiones en su trabajo de resolver crímenes. Estos personajes son un ejemplo también de cómo estas personalidades han sido retratadas en la cultura popular.
Sigmund Freud dedicó una parte significativa de su obra a estudiar este tipo de personalidades. Según Freud (1908/1992), los rasgos obsesivo-compulsivos tienen sus raíces en la infancia, específicamente en la etapa anal del desarrollo psicosexual. Durante esta fase, el niño aprende a controlar sus esfínteres y experimenta placer en la retención y expulsión de las heces. Propone que estas tempranas experiencias de control y producción generan un intenso placer, lo que llamó placer anal. Estas experiencias pueden verse reflejadas en la vida adulta, en diversas formas, algunas de ellas son las que ya hemos descrito, como el orden, la perfección, la retención, el despilfarro, la terquedad, entre muchas otras.
Freud también señala que la madre y sus características pueden incidir en la conformación de un carácter anal, como se le conoce en psicoanálisis. La madre no debería apresurar el entrenamiento de los esfínteres, pues el niño debe estar preparado mental y biológicamente. También debe reconocer tanto sus producciones (su excremento o su “caquita”, como suelen llamarle las madres amorosas), como sus esfuerzos por aprender. Este reconocimiento, dice Freud, resarcirá un poco el narcisismo dañado por tener que hacer las cosas como se lo piden, en este caso, lo ligado al control de esfínteres. Para algunos, la experiencia resultará humillante y enojosa, aunque la madre sea sensible.
Karl Abraham (1921/1994) propuso diferenciar entre características retentivas y expulsivas dentro del periodo anal. Describió cómo algunas personas tienden a acumular y controlar, mientras que otras pueden ser más desorganizadas y propensas a la evacuación. Un ejemplo clínico, más bien conflictivo y patológico, de estos placeres anales jugándose inconscientemente en el adulto sería la persona que tiene que hacer un trabajo con cierta fecha de entrega y lo deja todo para el final, para la última noche, para el último día o para el último fin de semana. Por un lado, la persona se obstina en no hacerlo con anticipación, como si retuviera su producción valiosa; le piden algo y no entrega. Al final lo hace, pero de una forma expulsiva, ya que una vez que comienza, no puede parar. Conscientemente lo adjudica al poco tiempo disponible, pero pensamos que inconscientemente arma ese escenario de descarga. Se queda con la sensación de que lo hace a su manera y que nadie se le impone. Así pues, pierde la oportunidad de aprender, de hacer un trabajo que resulte enriquecedor. Utiliza su intelecto y su capacidad de producir de forma arrogante.
Nancy McWilliams (1994) destaca la importancia de distinguir entre obsesión y compulsión. La obsesión se relaciona más con el pensamiento intrusivo y persistente, mientras que la compulsión se refiere a la acción repetitiva destinada a aliviar la ansiedad causada por esas obsesiones. Un ejemplo clínico puede ilustrar estas ideas. Un paciente obsesivo podría sentirse abrumado por pensamientos intrusivos sobre la seguridad de su familia (obsesiones), y para mitigar esa ansiedad, podría desarrollar rituales de comprobación repetitiva de cerraduras y electrodomésticos (compulsiones).
Es importante reconocer que todos poseemos, en algún grado, rasgos obsesivos. Estas características pueden ser funcionales y adaptativas en un contexto saludable. Sin embargo, cuando se vuelven rígidas y dominan la personalidad, pueden llevar a dificultades significativas. La comprensión de estas dinámicas nos permite abordar tanto las áreas problemáticas como las fortalezas inherentes a las personalidades obsesivo-compulsivas.
En conclusión, los fenómenos obsesivo-compulsivos ofrecen una ventana fascinante hacia los contenidos y funcionamientos singulares, subjetivos e inconscientes de la mente humana. Al explorarlos, no sólo entendemos mejor a quienes viven con este trastorno, sino que también podemos reflexionar sobre los aspectos obsesivos y compulsivos que todos compartimos y cómo influyen en nuestras vidas diarias.
Referencias
Abraham, K. (1994). Contribuciones a la teoría del carácter anal. Psicoanálisis clínico (pp. 284-300). Lumen-Hormé. (Obra original publicada en 1921)
Freud, S. (1992). Carácter y erotismo anal. Obras Completas (vol. 9, pp. 149-158). Amorrortu. (Obra original publicada en 1908)
McWilliams, N. (1994). Obsessive-compulsive Personalities. Psychoanalytic Diagnosis: Understanding Personality Structure in the Clinical Process. The Guilford Press.