La imagen corporal: un pilar en la construcción de la identidad

Por Daniela Bustamante Rosas

En el presente artículo exploraremos algunas ideas sobre el rol que juega la imagen corporal en la conformación de la identidad. Aunque varios autores abordan el tema, en esta ocasión nos centraremos principalmente en el trabajo de Sigmund Freud, Esther Bick, Margaret Mahler, así como León y Rebeca Grinberg.

Desde los planteamientos de Freud acerca de la sexualidad infantil, se aprecia que el autor propone las experiencias del cuerpo (orales, anales, genitales) como la plataforma a partir de la cual se van desprendiendo las vivencias psíquicas. El bebé, al ser alimentado periódicamente, va teniendo sus primeros sentimientos de confianza y seguridad; el niño pequeño que está aprendiendo a controlar esfínteres relaciona sus experiencias corporales con la vivencia de dominar su entorno; el niño que se toca los genitales tiene sensaciones de placer físico que relaciona psíquicamente con deseos de posesión y superioridad. Freud mencionó en 1923 que el yo es sobre todo una esencia-cuerpo.

Autores después de Freud han hecho algunas aportaciones que permiten dimensionar otros componentes de la conformación del psiquismo; una de ellas es E. Bick, quien estudió el vínculo temprano entre la madre y el bebé y llegó a la conclusión de que las experiencias de la piel conforman un elemento fundamental en el desarrollo de la imagen corporal y la identidad. La piel es el órgano de contacto que permite que el bebé experimente la superficie de su propio cuerpo, y funciona como un límite entre él y el mundo externo. El contacto que la madre establece con su hijo ocurre de manera muy significativa a través de la piel: una madre carga a su bebé, lo acaricia, lo abraza, lo besa, lo arropa y de esa manera facilita que el niño se sienta “contenido”, es decir, con la sensación de que existe y de que vive experiencias que le pertenecen. Esto sienta las bases más tempranas del sentimiento de identidad.

El papel de la imagen corporal en la construcción de la identidad también participa en la diferenciación self- no self, es decir, la capacidad para distinguir entre quién es uno, hasta dónde llega la propia persona y en qué punto existe el otro como individuo. Por ejemplo, el niño pequeño va teniendo experiencias motrices, como gatear o caminar, que le permiten alejarse físicamente de su madre y sentir que existe como alguien separado de ella. Por eso las madres que no dejan que sus niños exploren con su cuerpo y tengan momentos en los que se alejen suelen dificultar los procesos de construcción de la identidad.

Todas las experiencias descritas permiten que el niño vaya estableciendo una discriminación entre aquello que viene de afuera, aquello que viene de adentro y eso que se produce en la superficie de su cuerpo. Aspectos fundamentales de la identidad se encuentran en el logro de estas tareas.

La imagen del cuerpo, definida como aquella representación que nos formamos mentalmente de nuestro propio cuerpo, constituye una base fundamental del sentimiento de identidad. Sin embargo, esta imagen no solamente corresponde a los primeros años de vida, es algo que nos acompaña hasta la muerte y va teniendo diversas transformaciones: se observan cambios significativos del cuerpo del bebé al cuerpo de niño, por ejemplo, cuando el bebé deja de ser alimentado a pecho para empezar a comer con sus propias manos. Después del cuerpo de niño al de adolescente, cuando quedan habilitadas las funciones reproductoras y el joven tiene que asumir los cambios físicos que corresponden. Más adelante sobrevienen cambios del cuerpo de adolescente al de adulto, como en el embarazo, y finalmente hay modificaciones importantes del cuerpo de adulto al de la senectud.

En ocasiones, hay una tendencia a proyectar en objetos externos las preocupaciones o expectativas acerca del propio cuerpo. Conozco el caso de un hombre de 65 años que ha tenido que disminuir su actividad física debido a problemas del corazón; desde entonces ha estado particularmente preocupado por el estado de su automóvil, le ha hecho arreglos para que esté impecable y siga siendo tan veloz y potente como antes.

Todos los cambios descritos tienen un impacto particular en la mente de cada persona, lo cual puede presentarse en una amplia variedad de manifestaciones: desde procesos de duelo normal hasta el surgimiento de alguna psicopatología, como episodios de despersonalización, enfermedades psicosomáticas, trastornos de la alimentación, etc.

Comparto el ejemplo de una joven de quince que tiene serias dificultades para asumir su cuerpo sexual adolescente, así como su feminidad. Sara aparenta más edad de la que tiene: es alta, su figura está bastante desarrollada. Sin embargo, refiere temores para salir con personas de su edad y relacionarse con muchachos, actualmente no asiste a la escuela, prefiere pasar el tiempo con su mamá.

Su madre refiere que cuando tuvo su primer periodo menstrual no quiso hablar al respecto y ha mostrado descuido con el uso de las toallas femeninas. Ha habido épocas en las que casi no come porque teme subir de peso, en una ocasión se hizo cortes en los brazos, tiende a probarse mucha ropa y no quedar conforme con atuendo alguno, no quiere hacer ejercicio porque “no le gusta que la vean”. Sus papás han estado muy preocupados por ella; a veces se pasa a dormir con ellos en las noches.

La adolescencia es una de las etapas de la vida en la que los cambios corporales ocurren de manera más rápida y con una significación de mayor impacto en el área de la sexualidad. En Sara podemos observar que su edad cronológica y el desarrollo de su cuerpo no coinciden con la vivencia que tiene de sí misma: se siente como una niña muy pequeña que necesita de su madre, los cambios de su cuerpo la hacen sentir culpable, enojada, confundida y avergonzada; piensa que las vicisitudes de la adolescencia son demasiado para ella. Prefiere ser tratada como una bebé, lo cual la aleja de sentirse contenta con su cuerpo y su vida de adolescente; todo esto amenaza con que cada vez se encuentre más atrapada en el vínculo con su madre y con grandes dificultades para constituir una identidad adolescente y femenina.

Estudiar el tema de la identidad desde una perspectiva psicoanalítica implica la exploración de la imagen corporal y también de otros aspectos que constituyen el psiquismo, tales como las fantasías inconscientes, las identificaciones, los mecanismos de defensa, los procesos de separación-individuación. Para Sara sería de gran utilidad un tratamiento psicoanalítico porque esto le permitiría ampliar la comprensión que tiene de sí misma en cuanto a sus deseos y temores con respecto a su cuerpo, su identidad y su proceso adolescente.

Referencias

Brady, M. (2016). Chapter 3. Cutting the silence: Initial, impulsive self-cutting in adolescence. En The Body in Adolescence: Psychic Isolation and Physical Symptoms (pp. 39-56). Abingdon-on-Thames: Routledge.

Bustamante, D. (2014). Exploración psicoanalítica del concepto de identidad. México: Centro Eleia. Tesis de Maestría en Psicoterapia Psicoanalítica.

Dolto, F. (1983). En el juego del deseo. México: Siglo XXI.

Freud, S. (1923). El yo y el ello. En Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu.

Greenacre, P. (1958). Early physical determinants in the development of the sense of identity. Journal of the American Psychoanalytic Association, 6, 612-627.

Grinberg, L., y Grinberg R. (1980). Identidad y cambio. Barcelona: Paidós.

Roudinesco, E., y Plon M. (1998). Diccionario de Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.

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