“Amour” (El amor como una pasión enigmática)

Por Ana Livier Govea

Amour (2012) es una película del director austríaco Michael Haneke, ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes y nominada al Oscar como mejor película extranjera. Esta obra cinematográfica retrata la vida de Anne (Emmanuelle Riva) y Georges (Jean-Louis Trintignant), una pareja de músicos que disfruta de la cotidianeidad de los días. El tiempo transcurre lento en Amour, similar a la atemporalidad experimentada en la senectud. El letargo se transmite en una atmósfera cuasi silenciosa, a no ser por las accidentales melodías de un piano que llora recuerdos en cada nota. Anne y Georges son una pareja octogenaria que redescubre en el otro la fascinación de la intimidad. 

Haneke nos conduce por el desolado camino de la desmitificación del amor: nos invita a recorrer junto con la pareja ese arduo y sinuoso paso del tiempo en donde la vejez, la enfermedad, el amor, la violencia y la muerte se entrecruzan a borbotones de forma siniestra, un dilema moral que deja al espectador perplejo frente a las escenas. En Amour el amor que ha perdurado con el paso del tiempo hace un agudo cuestionamiento sobre el ideal romántico en las relaciones de pareja. Los 127 minutos convierten a la película en una narración hiperrealista que trastoca el psiquismo. 

Anne y Georges viven en un departamento parisino. Habitan en ese espacio claustrofóbico donde las paredes atestiguan lo que está por venir. La degradación física de Anne y el deterioro mental de Georges se muestran progresivamente con el transcurrir de las escenas.  Anne, profesora de piano, comienza una mañana a presentar severas complicaciones de salud, las cuales van mermando sus capacidades físicas y mentales de forma crónica y paulatina. El amor que Georges siente por ella lo motiva a encargarse de sus cuidados sin ayuda ni intervención médica. Quiere acompañarla en todo momento durante este fatídico proceso, el cual culmina de forma intempestiva, haciendo al espectador experimentar un cruel dolor visceral. “Como bien justifica el título de su film, no partimos de una preconcebida cartografía del amor, sino que el amor en el film, dentro de su vertiente fenomenológica, fluye a través de las miradas, los gestos, las escasas palabras, las promesas, constituyendo un hálito de vida en un apartamento y un espíritu dominados por el trágico sentimiento de la muerte y la enfermedad” (García Guillem, 2015).

La película nos lleva a preguntarnos: ¿qué es eso que pensamos como la más profunda dimensión del lazo entre dos personas? ¿El amor transmuta? ¿El amor es para siempre? ¿Qué es el amor? ¿En qué consiste amar? El amor se vuelve una pasión enigmática.

Y es que enamorarse, amar, entablar relaciones sólidas y sinceras en las cuales se pueda sentir una genuina preocupación por el otro, así como sentirse agradecido por lo que el vínculo ofrece, reconocer nuestros errores y poder pedir perdón no son cosa sencilla. En verdad, la posibilidad de llevar eso a cabo es un arduo trabajo que requiere cierto tipo de disposición psíquica y  emocional, ya que poder tener  un amor maduro o adulto implica poder reconocer al otro como un ser distinto a mí, con necesidades diferentes y no como alguien que está a mi disposición. 

De acuerdo con Otto Kernberg (Domene, 2011), si bien en muchos lugares se escucha hablar de amor, no todos tienen la capacidad de construir vínculos en los que esto predomina. Este psicoanalista sugiere que en las configuraciones de personalidad constituidas por un narcisismo severo la capacidad de amar se ve mermada, constreñida o francamente limitada. Dentro de un vínculo amoroso maduro, ambos miembros de la pareja tienen la misma importancia, se consideran entre ellos igual de valiosos y, por consiguiente, se valoran mutuamente. 

Eso no ocurre así en las personalidades narcisistas, cuya cualidad es reconocerse únicamente a ellos mismos, anteponiendo sus necesidades y deseos de forma constante, puesto que, desde el narcisismo, solo él o ella importa. Algunas personas tendrán dificultad para amar a otro como un ser separado y distinto de sí mismas justamente porque, en la primera infancia, no han podido volcar sobre sí mismas el amor frente a la separación con el objeto primario. En dichas personas, el narcisismo como investimiento del self (con la posibilidad de autonomía que eso implica después) se encuentra constituido de manera deficiente. 

En la película vemos que Georges y Anne muestran sus debilidades con confianza, dejan entrever en la intimidad de la relación los conflictos del uno y del otro para que desde la empatía y la calidez puedan hacerles frente juntos. 

Por supuesto, no todo es miel sobre hojuelas ya que no vivimos dentro de un cuento de hadas con príncipes y princesas. La pareja (y el amor) se enfrentará con conflictos en los cuales la agresión será un afecto a elaborar. 

Amour es, a mi parecer, un conmovedor relato de una pareja que (aun al final de su vida) goza del amor maduro. Pues, “[i]mplícito en el amor maduro está la aceptación sincera de la propia necesidad esencial del otro y un elemento de gratitud por su existencia, por su amor. Conlleva aceptar la incertidumbre derivada de posibles cambios en la relación que no pueden predecirse, como los problemas financieros, la enfermedad y la muerte” (Domene, 2001). Para Georges y Anne, amar también implica separarse. El amor es una pasión que conlleva muchas facetas. 

Artículo del Diplomado «Psicología de las pasiones humanas: celos, rivalidad, posesividad, amores edípicos», que inicia el 28 de octubre de 2020

Referencias

Domene,Y. (2011). Las limitaciones a la capacidad de amar. Aperturas psicoanalíticas, 39. Recuperado de http://www.aperturas.org/articulo.php?articulo=0000719.

García Guillem, S. (2015). El otro en el espejo: “Amour” de Michael Haneke. Área abierta. Vol. 15, nº 2.

Valdés, J.A. (2012). Amour. Revista Cinefagia, 14 diciembre 2012. Recuperado de http://www.revistacinefagia.com/2012/12/amour/.

 

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