Intervención en crisis. Material de apoyo para psicoterapeutas

Por Gisel Lifshitz

A raíz de los pasados sismos que afectaron distintas partes del país, a los psicoterapeutas se nos plantea una necesidad específica: atender pacientes en estado de crisis. En el Doctorado en Clínica Psicoanalítica del Centro Eleia nos interesa poner a disposición de la población los vastos recursos que aporta la disciplina psicoanalítica. Si bien el psicoanálisis no es un método tradicionalmente dedicado a intervenciones en crisis, la comprensión de la mente desde este enfoque permite acercarse al problema con una mirada aguda, asertiva y útil. Aquí compartimos algunas de las reflexiones que como grupo de trabajo tenemos.

La crisis se entiende como una situación que excede la capacidad para registrar y asimilar emocionalmente la experiencia. Frente a esto, es necesario un abordaje singular, aunque siempre utilizando nuestra herramienta principal: el pensamiento analítico.

Es importante tomar en cuenta las características de las personas que atendemos, a quienes podemos reunir en cuatro grupos: 1. Individuos que están viviendo un duelo agudo (los que perdieron a algún familiar y/o estuvieron en un lugar en donde las estructuras se vinieron abajo). 2. Damnificados que perdieron parcial o totalmente su patrimonio o lo tienen en riesgo inminente. 3. Gente que se involucró de manera directa en el rescate (brigadistas, paramédicos, testigos directos de las tragedias humanas y económicas). 4. Aquellos que fueron impactados por el suceso de algún modo, a pesar de no haber sufrido algún daño o participado directamente de los eventos más graves.

El terapeuta debe sensibilizarse con el estado mental en el que se encuentra alguien que ha vivido una situación de esta naturaleza. Cuando la mente se expone a una experiencia extrema, puede verse rebasada en su capacidad de digerir y metabolizar. La digestión de las vivencias emocionales requiere de un tiempo variable, dependiendo de los recursos internos de la persona y, ante todo, considerando el interjuego que se da, dentro de la mente, entre lo interno y lo externo. Un individuo que posee una capacidad de funcionamiento más o menos saludable y mejores recursos emocionales, tendrá más posibilidades de reorganizar su estabilidad emocional y recuperar su sensación de cohesión, en contraste con alguien de carácter más frágil e inestable, puesto que su percepción de vulnerabilidad se suma al evento y ratifica que la amenaza interna es un hecho indudable.

En lo que respecta al papel del terapeuta, lo primero y más importante frente a una persona que se encuentra en un estado de crisis es la escucha: una escucha empática, sensible, no pasiva. El terapeuta puede intervenir para dar sentido de realidad y ayudar al paciente a tramitar lo que vivió. Se trata de brindar un espacio que invite a poner en palabras aquello que ha rebasado a la mente en su capacidad para simbolizar y digerir. Por ejemplo: ¿qué atmósfera había cuando ocurrió el evento?, ¿qué estaba sucediendo?, ¿qué sonidos se percibieron en ese momento?, ¿qué se sintió, qué se imaginó? A partir de las descripciones físicas se busca establecer una conexión y, paulatinamente, se alienta la narración afectiva, imaginativa y mental.

De ser necesario, el terapeuta debe prestar su capacidad imaginativa para la construcción de imágenes que puedan acercarse a verbalizar la experiencia. Así, frente a una persona angustiada o con premura de salir del problema, puede describírsele la idea bioninana de que la mente funciona de forma similar a un aparato digestivo y, cuando recibe algo que no se puede procesar por el impacto que implica, da por resultado una mente indigesta.

Es importante valorar si el paciente está consiguiendo reorganizar y recuperar capacidades. Como ya se dijo anteriormente, esta es una facultad relacionada con el carácter y los recursos personales del individuo. Sabemos que está logrando salir adelante cuando disminuyen o desaparecen las alteraciones de la conducta que se produjeron a raíz del evento traumático (trastornos del sueño, de alimentación, aislamiento, defensas obsesivas o maniacas, entre otras). Si el paciente evoluciona adecuadamente, estas conductas disminuirán después de diez o quince días.

La experiencia en la atención de pacientes después del terremoto de 1985 dejó un conocimiento que vale la pena retomar. Este evento demostró que los síntomas de una patología previa pueden acentuarse ante la crisis y dificultan volver a la normalidad. En cambio, para otras personas puede ser más sencillo elaborar la experiencia y seguir adelante. Por ello, las capacidades y recursos del carácter de cada quien para enfrentar las situaciones son algo central. El terapeuta valorará con precisión si se trata de una respuesta ante la crisis o de una condición anterior que ha empeorado. 

No hay que perder de vista el interjuego entre el mundo externo y el interno. En psicoanálisis se entiende que los traumas no sólo son producto de los sucesos reales, sino que se encadenan con aspectos conflictivos o deficitarios de la personalidad. Por ejemplo, tras el sismo de 1985 una paciente con rasgos desafiantes se precipitó a ayudar en el rescate de la gente que quedó bajo los escombros. Se sentía triunfante hasta que algo trágico ocurrió: una mujer tenía las dos piernas aplastadas por una piedra enorme y, cuando la paciente la levantó para liberarla, su equilibro circulatorio se vio perturbando al grado de causarle una muerte instantánea. La paciente entró en estado de shock por los sentimientos omnipotentes que se habían desplegado dentro suyo mientras actuaba como salvadora.

Ahora las cosas van volviendo lentamente a la regularidad que sostiene la vida de todos los seres humanos. Algunos se fortalecen ante la experiencia vivida. También surgen buenos valores como la generosidad, la abnegación o la solidaridad. Muchas personas requieren en su equilibrio psíquico volver a la normalidad.[ii]

 

[i] Artículo desarrollado con el apoyo de la Dra. Elena Ortiz.

[ii] Agradezco a la Dra. Celia Leiberman compartir sus reflexiones sobre el sismo de 1985. (Comunicación personal, 2017).

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