Una mirada psicoanalítica a las depresiones

Por Gabriela Turrent

Entre las principales tareas que tenemos los psicólogos, psiquiatras, psicoanalistas y, en general, toda persona dedicada a actividades psicoterapéuticas, ya sea de manera particular o en diferentes tipos de instituciones, debemos elaborar diagnósticos que nos permitan reconocer los padecimientos de un ser humano y establecer estrategias para su tratamiento o para mejorar sus relaciones interpersonales, de manera que sea posible aminorar el sufrimiento que generan los síntomas.

Cada vez es más frecuente que los pacientes refieran haber perdido el entusiasmo y el interés por la vida. Nos comentan que se sienten deprimidos porque reconocen que el dolor psíquico que experimentan se traduce en falta de vitalidad, pérdida del interés y desesperanza.

La psiquiatría elabora diagnósticos de manera fenoménica, es decir, a partir de la observación de signos y síntomas que se consideran característicos de un padecimiento o conjunto de ellos y los compara con las descripciones que aparecen dentro de las clasificaciones más actuales.

En el caso de la depresión, el psiquiatra identifica indicios como: desánimo, tristeza, desesperanza, disminución del interés en actividades que antes producían placer, pérdida o aumento significativo de peso, insomnio o hipersomnia, agitación o enlentecimiento psicomotor, fatiga, sentimientos de inutilidad, disminución de la capacidad para concentrarse, llanto, sentimientos de culpa y tristeza, etc. Cuando ha reconocido los síntomas, dicho especialista busca tratamientos (psicofarmacológico o psicoterapéutico) que reduzcan o disminuyan las manifestaciones patológicas y permitan la reincorporación a la vida social y laboral.

El psicoanálisis, por su parte, toma en cuenta los síntomas, pero no es el único elemento que contempla durante la elaboración del diagnóstico. Cada expresión del padecimiento puede estar relacionada con distintas problemáticas subjetivas inconcientes. El pensamiento psicoanalítico privilegia la manera en que cada síntoma se combina con otros aspectos psíquicos, como las fantasías y las experiencias infantiles. Esto propicia que tanto la valoración inicial como las intervenciones durante el tratamiento busquen revelar los vínculos entre los conflictos inconscientes y las manifestaciones sintomáticas.

La perspectiva psicoanalítica reconoce –aunque el tema continúe sujeto al debate de la investigación científica– que algunas depresiones tienen componentes biológicos cuyos síntomas pueden atenderse mediante la administración de antidepresivos. Sin embargo, pone énfasis en que la personalidad, los conflictos, las emociones y el tipo de vínculos que establecemos son indispensables para entender los trastornos mentales.

El psicoanálisis considera que la sintomatología depresiva se encuentra presente en distintas estructuras psicopatológicas. En algunas personas constituye el rasgo funcional predominante, que ha estado presente prácticamente toda la vida, empobreciendo las relaciones y generando escenarios de soledad y abatimiento. En otras, aparece como una reacción ante frustraciones inesperadas, generando un estado de ánimo que nunca antes se había experimentado.

De este modo, el psicoanálisis propone que algunos síntomas como el ánimo triste o la desesperanza pueden entenderse desde diversas perspectivas: ya sea la consecuencia de una separación significativa, el resultado de una herida narcisista o de un proceso identificatorio con padres depresivos, entre otras posibilidades.

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