Los sueños en psicoanálisis

Por Guillermo Nieto Delgadillo

Hace algunos días me encontraba platicando con una conocida que no veía desde mucho tiempo atrás, estábamos poniéndonos al corriente sobre lo que había ocurrido en nuestras vidas. Para mi sorpresa, cuando le comenté que me dedico a la psicoterapia psicoanalítica, su respuesta inmediata fue: “Ah claro, te dedicas a interpretar sueños” y comenzó a hacerme preguntas como: “¿Y, entonces, si sueño con esto significa esto otro?”, o: “Fíjate que ayer soñé tal cosa, ¿me puedes decir qué significa?”. Finalmente, intentó averiguar dónde conseguí mi “manual de símbolos para interpretar sueños”. Por un lado, esta persona se encontraba sumamente interesada en este tema del psicoanálisis, pero al mismo tiempo reflejaba los estereotipos e ideas erróneas que suele haber en torno a nuestra disciplina.

Sin embargo, ella tenía razón en un aspecto: la interpretación de los sueños es una actividad fundamental para la comprensión del funcionamiento mental, aunque no es la única. En 1900, Sigmund Freud publicó La interpretación de los sueños, obra que formalizaría la teoría y el método psicoanalítico. Para este autor, el sueño es la mejor manera que tiene una persona de acercarse a su inconsciente y, por lo tanto, a sus deseos más profundos, mismos que tienden a mostrarse disfrazados en tanto que uno mismo los considera peligrosos. Han pasado más de 100 años desde la publicación de esta obra parteaguas para la concepción de la mente humana, a través de la cual el psicoanálisis se ha enriquecido junto con diversas experiencias clínicas y marcos teóricos que complementan las propuestas freudianas.

Los sueños abarcan la totalidad de la vida mental de la persona; podríamos considerarlos como escenarios en donde los actores internos representan de manera simbólica no solamente nuestros deseos, sino miedos, emociones predominantes en ciertas etapas de la vida, conflictos con seres queridos y hasta la relación con nuestro terapeuta. ¿Por qué alguien querría conocerse por medio de los sueños?

Por ejemplo, un paciente comienza el tratamiento debido a su alto nivel de impulsividad y agresión; lo han despedido de dos trabajos y tiene peleas constantes al conducir su auto. Curiosamente, esta persona no recordaba ninguno de sus sueños, pero conforme su análisis progresó, comenzó a retenerlos, a darles un sentido y posteriormente pudo  utilizarlos como una brújula ante esos estados de ira y frustración. Logró identificar que cuando se sentía más molesto por alguna situación solía soñar con volcanes en erupción, tsunamis o terremotos. Este paciente eligió tales fenómenos naturales como los actores internos que representaban su estado mental; ahora puede darle un sentido a sus emociones y pensarlas dentro de la sesión, en lugar de pelearse en la calle o con su jefe. Incluso, obtuvo un ascenso en su trabajo actual.

La riqueza de los sueños radica en que se encuentran íntimamente ligados a la individualidad de la persona. Si otra persona soñara con un volcán en erupción, de ninguna manera le interpretaría que está enojada, sin haber explorado previamente aquellos elementos que le causan conflicto y sus experiencias. El analista escucha atentamente todo lo que el paciente tiene que decir sin imponer sus propios significados, debe permitir que su teatro mental se despliegue y que el propio paciente comience a hacer un esfuerzo de autocomprensión. Por lo tanto, a pesar de la creencia popular, no existe un manual de interpretación de sueños y no es posible otorgarle un sentido al mismo sin conocer la situación emocional del paciente en ese determinado momento de su vida, además de la escucha, que Freud llamó “atención flotante”.

Conforme el tratamiento psicoanalítico avanza, la personalidad y la calidad de las relaciones de la persona consigo misma y con sus semejantes se verá modificada, lo cual también repercutirá directamente en sus sueños donde, incluso, puede llegar a presentarse algún indicador de que el final del tratamiento se acerca. Se podría decir que, en parte, el psicoanalista tiene la función de un acompañante que, después de algunos años de entrenamiento, debe dejar solo a su compañero para que de manera individual continúe esta jornada extremadamente rica e interminable de autoconocimiento. Para ello, una de las herramientas más valiosas que le otorgará es la capacidad del autoanálisis de los sueños, que la persona no verá como una carga, sino que atesorará como la herencia de un proceso que a pesar de ser largo y doloroso, al final, le cambió la vida.

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