Las marcas de lo transgeneracional en el psiquismo

Por Lidia Pico

En el trabajo clínico, así como también en la vida cotidiana, nos encontramos permanentemente con la repetición de historias de padres a hijos, y también entre diferentes generaciones.

Repeticiones, por ejemplo, en el tipo de pareja que se elige, divorcios, abandonos, maltrato familiar, suicidios, en la maternidad y crianza o, incluso, en otros aspectos como elección de carrera, trabajos etc. Podemos descubrir en cada uno de nosotros maneras de pensar y actuar que no sabemos de dónde nos vienen. No sabemos muy bien cómo llegamos a ser quienes somos ni cómo y por qué habitan en nosotros esos otros.

Los temas de las identificaciones inconscientes entre generaciones, así como las transgeneracionales, son ejes privilegiados para la comprensión de la transmisión psíquica. Kaës (1996) nos dice, y coincido con él, que lo transgeneracional es algo estructural en la psique, ya que lo estructural se define en el espacio intersubjetivo, en lo generacional, lo familiar y grupal.

En estos planteamientos, además de tomar en cuenta la influencia de los padres y del medio, se considera el rol activo del sujeto en la conformación de su propia subjetividad; se toma en cuenta el papel de los otros, lo social, lo cultural, así como también lo que el sujeto aporta a lo que le viene de afuera, a partir de lo constitucional y lo pulsional, es decir, desde la singularidad de su psiquismo. Es muy importante no perder de vista, para no caer en determinismo o simplismos, que lo transmitido no llega a un aparato psíquico pasivo sino a un psiquismo en permanente trabajo de interpretación, representación, re-significación, elaboración, ligazón, etc. La psique y lo social tienen entrelazamientos complejos y contradictorios, los sujetos nunca son un resultado pasivo de esas interacciones.

Lo que se transmite tampoco es lo mismo siempre; en cada familia, cada hijo tiene padres de alguna manera distintos, porque el momento psíquico de ellos difiere para cada uno y, además, cada hijo con su singularidad significa y reactiva diferentes aspectos del psiquismo de los padres.

Mijolla (1989) nos dice: “tantas personas aparentemente desaparecidas, borradas de los recuerdos conscientes, pero cuyo análisis revela la presencia en el fondo de nosotros y su permanente resurrección, por los medios más variados: repeticiones de alguna conducta ajena, aparición de alguna enfermedad considerada de familia, malestar de algún drama erótico, alguna manifestación caracterial…” (pág. 8).

También señala que el Yo es amasado con partes de los demás y sobre todo de los personajes claves de la primera infancia; personajes que marcan, en primera instancia, los diversos y contradictorios fragmentos de identificaciones inconscientes que constituyen para cada uno su especificidad.

Agrega que un drama afectivo, un duelo, algo traumático, un daño corporal o alguna dificultad psíquica, puede venir a perturbar la frágil armonía y también, cómo algún sector desconocido puede surgir para recordar ese lejano pasado en el que hemos sido forjados a partir de los demás, así como las imágenes fantasmáticas que fabricamos respecto a ellos.

Como vemos, la introducción de la noción de la influencia de los padres de nuestros padres abre a la investigación un amplio territorio, cuestión que ya señalaba Freud en su obra: “Tótem y Tabú”. La tarea no es fácil y hay mucho por descifrar en el campo de la transmisión psíquica consciente, pero sobre todo inconsciente que caracteriza a cada sujeto y a cada familia.

Podríamos señalar como una constante el hecho de que la confrontación clínica con patologías graves ha llevado a la reflexión y a la ampliación de las fronteras del psicoanálisis para la comprensión de la psique. Desde ahí podemos entender el estudio de lo transgeneracional, así como el uso de otros dispositivos terapéuticos, como es el caso de la terapia de pareja, de familia, de grupo, etc.

En un principio, las investigaciones sobre las influencias psíquicas de los otros, y sobre todo de los otros de generaciones distintas, no fueron muy tomadas en cuenta, ya que imperaba el interés en lo intrapsíquico, sin embargo, Nicolas Abraham y Maria Torok (1961, 1975), entre otros, con sus trabajos sobre el duelo y el fantasma, se empezaron a considerar. También René Kaës y Haydée Faimberg son autores fundamentales en este campo de la investigación; ellos plantean que las identificaciones transgeneracionales se producen a través de la sucesión de generaciones; implican que lo psíquico de los hijos puede estar marcado por el funcionamiento psíquico de los abuelos o ancestros, aunque no se hayan conocido, pero cuya vida psíquica ha marcado la de sus padres.

Mijolla nos dice, nuevamente, que es preciso aprender a reconocer a esos otros a interesarse por ellos, hablarles y hablar de ellos, a entender las razones de su presencia y así al reconocerlos, pueden llegar a ser menos invasivos, menos extraños y, de esta manera, poco a poco se desvanecerán en el espacio mental excesivo que ocupaban.

Referencias

Kaës, René (1996) et al. Transmisión de la vida psíquica entre generaciones,
Amorrortu Editores, Buenos Aires.

Mijolla de, Alain (1986) Los visitantes del yo, Fantasma de identificación, Tecnipublicaciones, Madrid.

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