La rivalidad fraterna

Por Alma Toledo ©

La rivalidad fraterna, es uno de los conflictos que con más frecuencia podemos observar en la clínica psicoanalítica. Dentro del psicoanálisis infantil es, incluso, un motivo frecuente de consulta.

Este sentimiento puede hacerse evidente con la llegada de un hermano; todos conocemos las reacciones de celos frente al nacimiento de un nuevo miembro de la familia y, de hecho, tenemos una palabra para describir ese estado en el niño: “se puso chípil”, se dice a menudo.

La rivalidad es inherente al ser humano, todos competimos y nos comparamos. Sin embargo, dentro de un amplio espectro, hay diferencias tanto en la intensidad como en el tipo de fantasía predominante. En psicoanálisis el tema de la rivalidad es central, pero cada paciente es único y sus conflictos respecto a este tema se tejerán en una trama particular.

La temática fraterna aparece a lo largo de la obra de Freud; cito a Dolto (1981): “La experiencia freudiana, […] pasa con justa razón por dar a la figura del padre primacía sobre la del hermano, […] por subordinar con el fundamento de su experiencia clínica la fraternidad a la parentalidad, por la misma razón que la teoría freudiana subordina lo mimético a lo edípico.” Para Freud el momento de la llegada de un hermano implicaría que el complejo de Edipo se amplíe y pase a ser complejo de familia. Desde su punto de vista, los celos se arraigan profundamente en lo inconsciente y derivan del complejo de Edipo o del complejo de los hermanos y hermanas del primer período sexual. Con respecto a esto último señala: “El niño es absolutamente egoísta, experimenta intensamente sensaciones y tiende sin miramientos hacia su satisfacción, en particular contra sus competidores, otros niños y, especialmente, contra sus hermanos y hermanas” (Freud, 1976). La conflictiva central desde este punto de vista sería la pérdida del objeto de satisfacción.

Para Melanie Klein (1987) en la infancia temprana se presentan fantasías alrededor del interior del cuerpo de la madre que incluyen la existencia de bebés. Dichas fantasías son causantes de celos y envidia, dando lugar a ataques imaginarios hacia el cuerpo de la madre y sus contenidos. Esto genera intensos temores y ansiedades en el niño, acentuando además la angustia normal de castración y la envidia del pene descritas por Freud. Las fantasías tempranas a cerca del interior del cuerpo de la madre son la antesala para los conflictos fraternos que surgen a la llegada de un nuevo bebé. Tales situaciones de ansiedad temprana afectan a su vez el desarrollo sexual del niño, provocando incluso fuertes inhibiciones en el terreno del pensamiento. La relación fraterna es vista como una rivalidad objetal ligada a la posesión del objeto materno.

Meltzer retoma el tema y señala la existencia de los celos posesivos, que aparecen como una forma de amor primitiva, altamente oral y de objeto parcial, diferenciándolos de los celos delirantes. Para el autor, estos últimos están basados en una relación omnisciente con el cuerpo de la madre, el niño imagina bebés internos “retozando en todas las formas imaginables, especialmente aquellas más anheladas y frustradas en la organización infantil, no son realmente celos porque se trata de una representación desviada de una actitud envidiosa frente a las figuras adultas” (1967).

La intensidad con la cual se viven la rivalidad y los celos dependerá de factores internos y externos. En lo que corresponde a lo innato, sabemos que la tolerancia a la frustración, la intensidad de la envidia, las ansiedades de separación, la posesividad, la voracidad y los celos son factores que acentúan la dificultad para enfrentar la llegada de un nuevo hermano y establecer buenas relaciones de pares.

En cuanto al medio ambiente, los siguientes elementos tendrán un importante impacto dentro de esta problemática: la actitud de los padres ante la llegada del nuevo miembro, posibles pérdidas previas de otros bebés, las experiencias tempranas que tuvo el hermano mayor, las condiciones en que se da el nacimiento del nuevo miembro e, incluso, vale la pena tener en cuenta que cuanto más pequeño es el niño dispondrá de menos recursos para procesar la experiencia.

El nacimiento de un hermano representa un gran impacto para la mente de cualquier niño. Si su desarrollo ha sido favorable y los padres se muestran comprensivos y pacientes, el desenlace será positivo. La regresión a conductas superadas (la codicia sobre el objeto materno) cederá, dando paso a la identificación y el compañerismo.

Referencias

-Dolto, F. (1981). En el juego del deseo. México: Siglo XXI Editores.
-Freud, S. (1976). “Lecciones de introducción al psicoanálisis” en Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu.
-Klein, M. (1987). “Las situaciones tempranas de ansiedad” en Obras Completas. Tomo II. Barcelona: Paidós.
-Hinshelwood, R. D. (1989). Diccionario del pensamiento kleiniano. Buenos Aires: Amorrortu.
-Meltzer, D. (1967). El proceso psicoanalítico. Argentina: Lumen-Hormé.

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