La personalidad narcisista

Gisel Lifshitz

En algún momento, todos nos hemos encontrado con individuos que suelen hablar demasiado bien de sí mismos; personas acostumbradas a recurrir al típico monólogo del “yo, yo” y que dan una exagerada importancia a sus supuestos logros o aspiraciones personales. Se trata de personas con personalidad narcisista. De acuerdo con Nancy McWilliams (2011, p. 185), para estas personalidades lo más importante es mantener su autoestima por medio de la aprobación o el aplauso de los otros. Aunque todos, en mayor o menor medida, somos sensibles a la crítica o al reconocimiento de los demás, en los casos de narcisismo, dichas inquietudes suelen ser el eje en torno al cual giran todas sus preocupaciones, junto con fuertes sensaciones de falsedad, vergüenza, envidia, vacío, autosuficiencia, vanidad y superioridad.

Las personalidades narcisistas se caracterizan, entre otras cosas, por la presencia de un amor idealizado patológico a sí mismos. Sabemos que es saludable que una persona logre tener un sentimiento de valía y satisfacción frente a los éxitos o cualidades propias; sin embargo, en los individuos con esta personalidad predomina un desmesurado amor hacia ellos mismos y una exagerada importancia hacia sus logros personales; por lo tanto, viven cualquier acierto como si se tratara de una acción heroica. Otro rasgo característico es la sensación de tener derechos de privilegio, la cual provoca que constantemente se sientan ofendidos si no reciben un trato excepcional y pueden llegar a actuar de manera agresiva o déspota. Además, ponen ese exhibicionismo en evidencia mediante conductas exageradas que pretenden llamar la atención de forma excesiva; por ejemplo, utilizan un tono de voz exageradamente alto, tienen un arreglo personal sumamente llamativo o persisten en hablar de sí mismos de forma desmedida, con lo cual acaparan las conversaciones. Asimismo, sus relaciones tienen como principal objetivo obtener admiradores que los elogien; por eso no se involucran emocionalmente con otras personas. Finalmente, oscilan entre la grandiosidad y la inferioridad, pues sus expectativas y sensación de superioridad son tan elevadas, que cualquier dificultad suele hacerlos sentir menos.

¿Qué hay detrás de este tipo de personalidad? Para responder a esta pregunta, podemos recurrir al tradicional dicho: “dime de qué presumes y te diré de lo que careces”. Kernberg (1987) refiere que en estas personalidades existe una forma de percibirse y valorarse un tanto desequilibrada. El equilibrio adecuado consiste en poder aceptar y conjuntar en uno mismo las cosas buenas y malas que todo ser humano tiene. La integración de aspectos positivos y negativos es indispensable para que un individuo tenga la capacidad de amar y para que forme una imagen de sí mismo más estable y realista. De acuerdo con este autor, la imagen que los pacientes narcisistas tienen de sí mismos se compone de percepciones idealizadas; en otras palabras, el individuo siente que está lleno de atributos que vive de forma exagerada, con lo cual deja fuera sus defectos y solo los percibe en los demás. Por ejemplo, un individuo narcisista podría culpar a su jefe por no tener un puesto alto en el trabajo, ya que para él sería inadmisible —y una herida al amor propio— aceptar que probablemente requiere trabajar mejor o capacitarse más para obtener aquello que desea. Es así que percibirá a su jefe como un ser incapaz o malvado que no valora sus cualidades.

Los pacientes narcisistas enfrentan un peligro constante, pues la realidad inevitablemente les muestra que no son más amados ni superiores a los demás. Si un sujeto narcisista obtiene el empleo que deseaba, podría tener una sensación exacerbada de triunfo, así como la convicción de haber impactado con su gran capacidad o inteligencia; por el contrario, ya que existe una fragilidad extrema, en el momento en que surge cualquier dificultad —como algún llamado de atención por parte de sus superiores— la sensación es justamente opuesta: se siente insignificante. Para algunos de estos individuos suele ser casi imposible lidiar con las dificultades y complicaciones de la vida cotidiana, pues, tarde o temprano, la realidad nos demuestra que los conflictos nos atacan a todos de la misma manera.

Lo cierto es que, en nuestro día a día, todos luchamos contra frustraciones, decepciones y conflictos que en ocasiones nos provocan ansiedad y nos hacen desconfiar de nosotros y de nuestras cualidades. Un individuo más saludable suele tener mayor capacidad para sobrellevar estos pensamientos y salir adelante por medio de ciertos recursos que adquirió en etapas muy tempranas. Si el bebé tuvo una madre que logró calmarlo cuando tenía hambre o se sentía angustiado, y éste fue capaz de reconocer esas cualidades, más adelante podrá adquirir la capacidad y las cualidades que vinieron de la madre. Por lo pronto, esos atributos se vuelven elementos propios del infante, dentro de su mente habita una “madre interna” que le ayuda a calmarse en momentos difíciles.

El paciente narcisista es alguien que no ha logrado construir dentro de sí una madre interna buena y confiable a la que puede recurrir, pues los sentimientos de furia, enojo y envidia obstruyen su capacidad para crear una buena representación interna de la madre. Como consecuencia, el paciente queda desprotegido en los momentos difíciles debido a que en su mente no logra reconocer los aspectos fuertes y protectores de ese padre o madre; al contrario, es posible que los devalúe o los perciba como “malos”. Lo anterior explica, en parte, la extrema fragilidad de estos pacientes, algo que se vuelve evidente incluso ante problemas menores o cotidianos. Al mismo tiempo, la personalidad narcisista afecta significativamente la capacidad de relacionarse amorosamente con los demás. Para estos individuos, las relaciones oscilan entre una tendencia a la idealización (ver al otro como un ser perfecto) y a la devaluación que surge en el momento en que los decepcionan.

En las últimas décadas, el psicoanálisis ha logrado avances importantes en la comprensión de la personalidad narcisista. Asimismo, ha desarrollado técnicas específicas para poder ayudar a que los pacientes con esta patología mejoren significativamente su vida y sus relaciones interpersonales. En el Doctorado en Clínica Psicoanalítica impartido en el Centro Eleia exploramos a detalle cómo trabajar con este tipo de pacientes, a los que recibimos cada día con más frecuencia en la consulta privada y que pueden resultar inaccesibles ante la ayuda psicoterapéutica.

Referencias

Kernberg, O. (1987). Enfoques psicoanalíticos contemporáneos sobre narcisismo. En Trastornos graves de la personalidad (pp. 159-176). México: Manual moderno.

Kernberg, O.(1992). La patología narcisista hoy. Ponencia presentada en el VI Congreso Nacional de la Sociedad Española de Psiquiatría: Psicoterapia de Niños y Adolescentes (SEPYPNA), Barcelona, España.

McWilliams, N. (2011). Narcissistic personalities. En Psychoanalytic Diagnosis Understanding Personality Structure in Ten Clinical Process (pp. 168-188). Nueva York: Guilford.

Gisel Lifshitz

Es licenciada en Psicología y maestra en Psicoterapia Psicoanalítica por el Centro Eleia, donde actualmente estudia el Doctorado en Clínica Psicoanalítica. Se desempeña como docente en la misma institución en las materias de Técnicas de Psicoterapia Breve III, Psicopatología II y Trabajo Psicológico en Situación de Crisis. Actualmente, participa como profesora adjunta en el Diplomado “Trastornos de la alimentación y adicciones”.

Por 26 años ha trabajado en el Hospital de Traumatología y Ortopedia “Lomas Verdes” en el área de Educación Médica, donde cuenta con 12 años de experiencia en la atención psicoterapéutica breve a pacientes quemados y con lesión medular. Desde hace 10 años atiende en su práctica terapéutica privada a niños, adolescentes y adultos.

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