La madre y el bebé. La importancia del vínculo temprano

Beatriz Elías

El vínculo temprano madre-bebé ha sido objeto de múltiples estudios dentro del psicoanálisis. Las investigaciones exponen distintos puntos de vista y maneras de aproximarse a este interesante tema.

La relación entre la madre y el bebé constituye un prototipo; su influencia se verá reflejada en la forma como el niño interactúa con otras personas –principalmente con las más cercanas– a lo largo de su vida. Sin embargo, la fuerza y las características del vínculo materno no solo resuenan en la cualidad de todos los que posteriormente establece el individuo, sino que también conforman la base sobre la cual este construye la noción de sí mismo.

El primer encuentro que experimenta el ser humano cuando nace suele ser con la madre; esta experiencia inicial queda plasmada en el bebé como una especie de patrón, a partir del cual se conectará con otros individuos u objetos del ambiente. Al hablar de objetos, en psicoanálisis, nos referimos a la representación mental de las figuras reales que son de mayor importancia en la vida de la persona. Todas las funciones mentales, tales como el manejo de las emociones, la valoración de sí mismo, la capacidad para aprender, para pensar, para estar consigo mismo, la formación de símbolos, la creatividad, entre otras, se verán afectadas por el buen o mal funcionamiento de este fenómeno vincular original.

El bebé nace dentro de un ambiente conformado, en gran medida, por la madre misma. Donald Winnicott, pediatra y psicoanalista inglés, le confiere un gran peso al ambiente y a la influencia que este ejerce sobre el desarrollo psíquico del sujeto. Para Winnicott (1945), el entorno –que al inicio está representado por la madre– permitirá el despliegue de los procesos madurativos del infante. De acuerdo con este autor, la relación del niño con el ambiente puede dividirse en dos fases:

  • Desde el nacimiento hasta los seis meses –aproximadamente–, el niño se encuentra en un estado de dependencia absoluta respecto de la madre. Sus necesidades son de orden corporal y están ligadas al desarrollo psíquico del yo. La madre debe adaptarse a dichas necesidades y llevar a cabo tres funciones principales:
  1. La presentación del objeto. Se refiere, inicialmente, a la alimentación: la comida, representada por el pecho o el biberón.
  1. El “sostenimiento”. Gracias a una rutina de cuidados cotidianos, el bebé encuentra puntos de referencia simples y estables con los que lleva a buen término el trabajo de integración en el tiempo y en el espacio. El sostenimiento comprende el hecho físico de sujetar al bebé en brazos, tomando en cuenta su sensibilidad.
  1. Los cuidados de la madre. Ayudarán al niño a integrar los estímulos y a constituir paulatinamente la representación de sí mismo y de los demás. Se lleva a cabo la unión entre la vida psíquica y la física, a lo que se le denomina “personalización”.
  • En el segundo periodo –que va de los seis meses a los dos años–, el niño se encuentra en un estado de dependencia relativa.

De acuerdo con la teoría propuesta por Winnicott, la madre debe funcionar como un yo auxiliar hasta que el bebé desarrolle sus capacidades innatas de síntesis e integración. Para ello, es preciso que la madre se encuentre en un estado psicológico que el autor designa como “preocupación maternal primaria”, donde la madre se identifica estrechamente con su bebé y se adapta a sus necesidades.

No obstante, será de gran relevancia que entre la madre y el bebé exista una adaptabilidad dinámica. Por ejemplo, cuando el bebé tiene dos meses o menos, la madre estará ahí para alimentarlo si tiene hambre, ya que la capacidad del pequeño para esperar es mínima y una demora prolongada podría afectar su estado emocional. En cambio, cuando el niño ya es mayor –ocho meses o más–, su estado de alerta incrementa y ahora le corresponderá a la madre ayudarlo a desarrollar la capacidad para tolerar la frustración, tarea que puede ser deficiente si ella tiene dificultades para establecer límites.

De esta manera, llegamos al concepto winnicottiano de “madre suficientemente buena”, un perfil con las cualidades indispensables que requiere una madre a fin de favorecer el desarrollo del individuo dentro de un buen vínculo. La madre suficientemente buena permite que el bebé construya una vida psíquica y física con el apoyo de sus tendencias innatas; así, el niño adquiere un sentimiento de continuidad de existir, que es signo del surgimiento de un verdadero sí mismo.

Sin embargo, esto no quiere decir que la madre ha de ser perfecta o una especialista para llevar a cabo con éxito en su labor, sino que echará mano de la intuición para reconocer las necesidades cambiantes de su hijo.

Entonces, podemos concluir que la función del ambiente o del entorno –es decir, de la madre– consiste en ayudar a que el sujeto pase del primer periodo de no integración al de integración. El vínculo temprano entre el bebé y la madre sentará las bases para el desarrollo saludable del sujeto.

Una madre no suficientemente buena es aquella que no posee la capacidad de identificarse con las necesidades del bebé; es una figura imprevisible que pasa de la adaptación perfecta a una defectuosa, de la injerencia a la negligencia. Durante el período de dependencia absoluta, los defectos de adaptación provocan carencias y entorpecen la evolución de la vida. Cuando la madre no cumple su función como sostén del yo, lo que surge es una angustia portadora de amenazas de fragmentación, falta de relación con el propio cuerpo, una mala adaptación a la realidad, así como distintas patologías.

Para Winnicott, el niño puede entregarse a la experiencia de la vida interna y externa si el ambiente le brinda la protección y el sostén que requiere.

Referencias

  • Bleichmar, N. y Leiberman, C. (1989). El psicoanálisis después de Freud. México: Paidós.
  • Winnicott, D. (1945). “Desarrollo emocional primitivo”. En Escritos de pediatría y psicoanálisis. Barcelona: Laia.
  • Winnicott, D. (1960). “Deformación del ego en términos de un ser verdadero y falso”. En El proceso de maduración en el niño. Barcelona: Laia.
  • Zulueta, M.I. La relación madre-hijo. Disponible en http://psicopsi.com/LA-RELACION-MADRE-HIJO-Bowlby-Winnicott-Brazelton-Spitz
Compartir: