Escuela francesa no lacaniana de psicoanálisis. Historia, tendencias y aportaciones

Por Yolanda del Valle

El psicoanálisis puede jactarse de poseer dos grandes atractivos: la clínica y la teoría, indispensables una y otra en la formación y el desarrollo profesional del analista. Por un lado está la clínica en su relación directa con la evolución y mejoría del paciente en el más profundo de los sentidos y, por otro, la necesidad intelectual de entender cómo funciona la mente en sí misma y en el universo de sus relaciones.

Como psicoanalistas podemos sentirnos atraídos fundamentalmente por el aspecto clínico que se desarrolla en la particular interacción con el paciente, o bien sentir un especial interés por las inferencias, deducciones y conexiones que sustentan la construcción de un cuerpo teórico que supone lo inconsciente para explicar el psiquismo.

Lo esencial consiste en que la tarea del psicoanálisis obliga a que estos dos aspectos se desempeñen a modo de pinza: como una unidad que supone dos brazos que funcionan en una relación vaso comunicante. Si favorecemos únicamente el trabajo en el consultorio estamos frente a la libre intuición omnisciente, que desdeña la necesidad de la información teórica permanente y pensada. En contraste, cuando la dedicación se centra en cultivar lo teórico haciendo a un lado las demandas de la clínica, se favorece un extrañamiento en la relación entre analista y paciente, que impide la lectura de lo inconsciente y lo transferencial en las corrientes más profundas de la mente del paciente.

Ambas tentaciones extremas suelen relacionarse con una actitud autocomplaciente, que hace a un lado una demanda central del trabajo en psicoanálisis imponiendo un criterio personal narcisista e indulgente. El compromiso con nuestro oficio nos obliga a cultivar ambas vertientes, porque es su combinación creativa la que impulsa el proceso de transformación que hace posible partir de ser analistas informados para llegar a ser analistas con pensamiento clínico.

Sumemos a esta dualidad práctica-teoría el hecho de que en psicoanálisis existen distintas corrientes y escuelas, con diferente forma de entendimiento de la mente y de las técnicas para abordarla, así como diversos puntos de vista acerca de esta pluralidad. Algunos autores dan la bienvenida a la multiplicación de las corrientes, mientras otros opinan que lo deseable es buscar la unidad, y entre estos últimos están los que proponen esta búsqueda con el objetivo de ir eliminando las diferencias, mientras otros sostienen que hay que buscar la unidad asumiendo las diferencias.

Cuando me propusieron dictar un taller sobre la escuela francesa actual no lacaniana el mismo pedido me situaba en el centro de la pluralidad en psicoanálisis, razón por la cual me pregunté: ¿A quién podría interesarle conocer una escuela distinta a la de su preferencia? ¿A quién le interesaría asomarse un poco más al pensamiento francés que suele juzgarse “complicado y arrogante”? ¿Cómo podrían animarse a asistir aquellos colegas entre los que existe una escasa simpatía por esta corriente a la que erróneamente consideran “trascendida” por otras escuelas? A todo esto respondí convencida que bien vale la pena aproximarse a las investigaciones actuales de los franceses no lacanianos, pese a la dificultad de sus marcos teóricos ocupados en desentrañar realidades de la mente con un alto nivel de complejidad, así como a su práctica clínica, interesada en hacer frente a temas tan herméticos como escurridizos cuando aparecen en el consultorio.

Aunque con todas las limitaciones que impone la amplitud del tema y la brevedad del tiempo, procuraré mostrar algunos aspectos difíciles que surgen en el tratamiento, fundamentalmente de las no neurosis, la forma de entenderlos y las técnicas que pueden resultar efectivas para tratarlos.

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