El adolescente y su familia

Por Bárbara Sánchez-Armass

Cuando en casa hay un niño que comienza a vivir el proceso adolescente, toda la familia vive la turbulencia. Los padres también presentan ansiedades y duelos, se cuestionan situaciones del pasado y de su vida actual. Son ellos quienes deben mantener la fuerza, la paciencia y el ejemplo para hacer frente a los conflictos. La función que tiene la familia[1] y, en específico, los padres es muy importante durante este proceso.

Los padres son quienes deben generar un clima familiar de amor, contención y esperanza. Para ello es necesario mantener una actitud paciente pero firme, enfrentar sus propios conflictos y mostrar al adolescente que no por ello se desmoronan. Esto se puede llevar a cabo al establecer una relación asimétrica con los hijos en la que reine la claridad en los roles, funciones, obligaciones, límites y posiciones. Es una etapa difícil para los padres, pues el adolescente necesita separarse de ellos aunque mantenga una dependencia emocional y económica. Dicha separación se manifiesta a través de la rebeldía, ya que con ella toman una distancia necesaria, a la vez que van teniendo sus propias experiencias. Progresivamente, el adolescente va construyendo su propia jerarquía de valores y buscan el amor fuera del seno familiar (M. Harris, D. Meltzer (1990).

Para los padres este periodo es difícil porque el adolescente los devalúa, los critica o los menosprecia, y al mismo tiempo quiere seguir teniendo las comodidades de casa. La idealización que tenían de ellos en la infancia se viene abajo, piensan que sus padres son hipócritas y que ejercen un poder que deben derrocar (Meltzer, D. 1996).

Por otra parte, los padres sienten que han perdido al hijo de la infancia, aquél que era obediente, bien portado, que les platicaba sus anécdotas del día y que buscaba su cariño incondicional. Deben despedirse del niño y asimilar al nuevo adolescente en la familia (A. Aberastury, 1989).

Para algunos padres resulta muy doloroso que el adolescente los cuestione, los critique o que se quiera alejar un poco de ellos. Sin embargo, deben soportar estas actitudes ambivalentes de los hijos para poder estar disponibles como figuras de sostén, pensamiento y ayuda cada vez que el hijo los necesite. Los padres deben estar atentos a sus propios conflictos, mantener viva la relación de pareja, encontrar nuevos intereses y pasiones. Para esto es importante que se muestren como modelos de identificación y que sepan poner límites. Es natural que existan momentos de cercanía y otros de separación o rebeldía. El conflicto entre generaciones es necesario para crear la identidad. Debe existir una diferencia generacional que ayude al adolescente a obtener una vida adulta. Sin embargo, también pueden darse conflictos serios entre padres e hijos. Para algunos adolescentes resulta muy dolorosa la separación con los padres y entonces se muestran rebeldes en demasía, lo cual fomenta una relación infantil con ellos. Otra razón de conflictos es cuando el adolescente no puede vivir sus dificultades como algo propio y entonces atribuye todos sus problemas a los progenitores, esto P. Blos (1979), lo llamó “brecha generacional”. También existen dificultades que manifiestan los padres, tales como el temor a poner límites al hijo, lo cual genera relaciones tiránicas. Otro caso es cuando a los hijos se les trata como amigos, confidentes, pareja o cómplices. Estos casos no ayudan al proceso de internalización de los límites y de la imagen de los padres como figura de sostén, bondad y reflexión. Inclusive, estas situaciones pueden perjudicar la identidad sexual.

Otro aspecto a tomar en consideración es la cultura que también fomenta la juventud como un valor. Si los padres no pueden asimilar su adultez y dejar atrás su juventud entonces no establecen la diferencia generacional. Los padres que niegan la pérdida de la juventud no pueden tener un rol parental adecuado (M. Brady, 2015).

Cuando en la relación de padres e hijos predomina el amor, la comprensión, la tolerancia a la separación y a los conflictos, los límites y el pensamiento entonces podemos pensar que después de la tormenta viene la calma. Un logro, al final de la adolescencia, es aspirar a identificarnos con lo mejor de los padres y llevarlos dentro de la mente con gratitud.

[1]Actualmente encontramos adolescentes que viven en familias compuestas de diversos modos: los padres y los hijos, los padres y los abuelos; otros viven sólo con un padre. También habrá otros que tengan padres homosexuales. Estas situaciones influyen en el adolescente.

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