Conflictos en la familia. Diagnósticos y tratamientos

Nota del Taller «Conflictos en la familia. Diagnóstico y tratamientos»

Por Marcela Villarreal Loor

El trabajo en psicoterapia busca explicar los conflictos desde diferentes marcos teóricos. Uno de ellos es la perspectiva psicodinámica, que toma en cuenta los impulsos que quieren ser satisfechos y las defensas que se les oponen. Algunas propuestas nos hablan del conflicto que vivimos los seres humanos entre el amor y el odio. Otras hipótesis apuntan a los ambientes o contextos que contribuyen al origen de las patologías.

Pero, dentro de la psicología clínica, ¿en qué momento cobra importancia el estudio de la familia? Este interés se desarrolló de la mano de las teorías de relaciones objetales, de la inclusión de nociones que consideran no solamente lo intrapsíquico, sino también los aspectos interpersonales. Sin embargo, el impulso más fuerte que recibió esta línea de investigación surgió del trabajo desarrollado en Estados Unidos durante los años sesenta con el enfoque de la teoría de sistemas. Diferentes escuelas surgieron a partir de esta época para explicar desde otras perspectivas los conflictos personales, conectando los síntomas con los diversos sistemas a los que pertenece el individuo.

Este taller tiene como objetivo revisar una amplia gama de problemas a la luz de las relaciones familiares, observar todo aquello que concierne al diagnóstico y al tratamiento, aproximándonos a las dificultades familiares desde una perspectiva compleja.

La teoría sistémica ha sido por muchos años la piedra angular de la terapia familiar, pero no es el único marco teórico disponible para explicar las emociones y los conflictos que se presentan en la familia. La complejidad hoy en día invita a mirar un objeto de estudio desde diferentes perspectivas. El abordaje puede ir de lo individual a lo familiar o al estudio de pareja, tomando en cuenta diferentes contextos.

En el trabajo clínico, los terapeutas tratan de conocer las causas del problema e intervienen en aquello que consideran que debe modificarse para solucionarlo. Por ejemplo, en el caso de las familias, es importante marcar fronteras claras entre los diferentes subsistemas, es decir, el lugar que ocupan los hijos con relación a sus padres o la familia extensa (abuelos y otros parientes) frente a la familia nuclear (una pareja con sus hijos). Nos ocupamos de la organización de jerarquías, las triangulaciones y los grados de diferenciación en la familia; trabajamos con los duelos no resueltos, las lealtades generacionales y muchos otros puntos de intervención.

Ante la demanda que se da en el consultorio de alguien que presenta una conducta problemática, un estado mental que genera sufrimiento o el deseo de un cambio, el terapeuta tiene que decidir desde dónde lo abordará. Para ello, un elemento central es la evaluación y el diagnóstico, pues, a partir de estos podrá pensar en el tipo de tratamiento o la intervención más adecuada para el caso. La evaluación y el diagnóstico varían de acuerdo al modelo teórico que el terapeuta maneje. Puede ser que el diagnóstico tome como base el DSM, lo que es frecuente dentro del mundo de la psiquiatría, o bien, puede estar centrado en otros tipos de evaluación donde se valoren los puntos fuertes y los distintos recursos de la persona. Mucho se ha insistido en distinguir entre lo saludable y lo patológico, entre estados mentales de bienestar o de sufrimiento. Algunos enfoques de terapia familiar evitan expresiones que aluden a la enfermedad y tratan de emplear palabras o metáforas que evoquen la presencia de recursos, competencias y autonomía.

En la actualidad, las ideas de diagnóstico y terapia van de la mano, pero la forma en que se evalúan los conflictos varía de acuerdo a los modelos terapéuticos. Por ejemplo, la escuela de terapia familiar de Milán considera que el diagnóstico es una propuesta en evolución, pues parte de las hipótesis formuladas y va cambiando conforme el proceso terapéutico avanza. La corriente estructural resalta la importancia de determinados pasos a evaluar para poder generar hipótesis que muestren los objetivos del tratamiento. Se observan las interacciones que mantienen el síntoma, la historia de la familia de origen de los padres, los recursos y las posibilidades de cambio, procurando señalar las áreas de intervención.

Una de las perspectivas para abordar los conflictos es el tratamiento con enfoque sistémico familiar. Lo sistémico plantea que las dificultades de un individuo no están aisladas ni son producto de un estado mental interno solamente. El problema se estudia de acuerdo al contexto en el que está ocurriendo; el foco se orienta a las conexiones y relaciones, más que a las características individuales. El concepto de totalidad señala que el individuo forma parte de una familia, una unidad con características únicas que se organiza de cierta forma; las interacciones dentro de ella afectan a todos los elementos del sistema, incluyendo al sujeto. Esto no quiere decir que en el trabajo con la familia se olvide al individuo; la persona es tomada en cuenta con sus características particulares, pero la atención parte de los vínculos que se establecen en la familia y su forma de organización.

La familia va pasando por diferentes etapas evolutivas, como: la llegada de los hijos, la organización con hijos pequeños o adolescentes, la partida de los hijos por diferentes motivos, ya sean profesionales o personales. Cuando aparece un síntoma en alguno de los miembros, el interés se centra en entender qué función ejerce esa conducta en el funcionamiento total de la familia. El terapeuta se pregunta si en realidad es algo que ayuda al grupo a mantener un equilibrio o es una forma de comunicar la necesidad de un cambio. Más que buscar la causa del síntoma, la intención es comprender el significado que esta conducta ejerce en función de otros. Existen situaciones que pueden ser tolerables y necesarias para desviar las tensiones en la familia, pero cuando un conflicto provoca una presión insoportable para el sistema, entonces la familia busca ayuda terapéutica.

Existen múltiples causas que dan origen a los síntomas, por ejemplo, dificultades económicas, problemas para encontrar empleo, migraciones que implican la separación de vínculos importantes, ya sea externos o al interior de la familia, etc. Todo esto puede generar estados depresivos pasajeros u otros que persistan e, incluso, se agudicen, aunque los factores que lo desencadenaron hayan desaparecido.

Es aquí donde el abordaje terapéutico desde la complejidad cobra relevancia. ¿Qué es lo que mantiene al síntoma? Desde la terapia familiar, una de las tareas centrales es conectar la situación con el sistema, es decir, determinar qué función tiene ese síntoma para todos los demás, quién ayuda a mantenerlo y con qué base se sostiene. Esto es importante porque la premisa con la que algunas personas llegan a consulta, principalmente en el caso de niños pequeños, es: “A mi hijo le pasa algo, cúrelo”. Nociones como esta tienen que ser redefinidas en términos que impliquen que el síntoma no se genera por una situación aislada del sistema, sino que se encuentra sostenida por una serie de actitudes, supuestos básicos, prejuicios, creencias, expectativas, que fueron aportadas por cada uno de los padres a partir de su familia de origen.

En este taller hablaremos de los marcos teóricos que fundamentan la terapia familiar, del significado de los síntomas, de la importancia del diagnóstico y de las diferentes intervenciones que se realizan durante el proceso terapéutico, las cuales pueden funcionar desde diferentes niveles y enfoques; esto permite trabajar en un marco de mayor complejidad.

Fechas en las que llevará a cabo el taller:

Sábado 12 de marzo 2016

Sábado 19 de marzo 2016

10:00 a 13:00 hrs.

Inscríbete al taller en el siguiente enlace: https://www.centroeleia.edu.mx/conflictos-en-la-familia

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