Artículo del diplomado El amor. Conflictos en la pareja, la maternidad, la familia.

Qué complicadas son las relaciones

Por Marta Bernat

El amor es un tema central en los vínculos humanos y entre las parejas es un asunto que a todos interesa. Es común escuchar a algunas personas comentar: “Qué mala suerte tengo para el amor”, “siempre me tocan parejas conflictivas”, “todos mis novios han sido muy celosos” o “prefiero estar solo que mal acompañado”. Una característica de estos pensamientos sugiere que el sujeto cree que es víctima de las circunstancias externas, que es la mala suerte la que lo ha conducido a relaciones conflictivas, sin pensar que quizás él puede tener un papel importante en la forma como se relaciona con el otro e inclusive con su vida misma.

El psicoanálisis se ha interesado por estudiar el amor y su complejidad desde distintas perspectivas. El amor, una pasión más del ser humano que interactúa con otros sentimientos como el odio, los celos, la posesividad y que, dependiendo de su intensidad y de la capacidad para tolerar estas emociones dentro de la mente, pueden llegar a ser fuente de malos entendidos y conflictos entre la pareja.

Ya Freud en diversos de sus escritos (1912, 1915) da a entender que los vínculos son ambivalentes; uno puede amar a su pareja por lo comprensivo y cariñoso que es, pero caerle muy gordo por su indecisión frente a cualquier problema a resolver. Es decir, en cualquier vínculo siempre hay una combinación de amor y odio con todos sus matices y este conflicto va a estar presente en forma permanente dentro de la mente del ser humano y en las relaciones que se establecen.

Melanie Klein, psicoanalista fundadora de la escuela inglesa, en su trabajo Amor, culpa y reparación (1937) menciona que el primer vínculo del niño con el pecho y la leche de su madre, constituye la base de todas las relaciones amorosas en la vida. Por otro lado, señala también la dificultad que tiene el sujeto para ver el mundo y al otro en forma real y objetiva. Esto es muy difícil, ya que generalmente la propia subjetividad es la que interviene para determinar cómo se observa al mundo y a los demás.

Por ejemplo, si a un grupo de personas que fueron a la misma fiesta se les pregunta qué tal se la pasaron, nos sorprendería escuchar sus distintas respuestas: a unos les pareció aburrida, a otros muy divertida; los invitados eran muy antipáticos o, al contrario, muy simpáticos; la comida estuvo deliciosa o dieron poco de comer. ¿Por qué las opiniones pueden ser tan diferentes? Hay una frase del poeta español Ramón de Campoamor que dice: “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.

De lo anterior y siguiendo a Klein, podemos suponer que él bebe tendrá dificultades para ver a su madre con objetividad. Lo mismo ocurre con la pareja amorosa y la forma como la persona reacciona respecto al otro: todo dependerá de las emociones que predominen en su mente y de su capacidad para tolerarlas. Si un sujeto es muy voraz, este le demandará a su pareja todo lo que le pueda dar “y hasta más”, las declaraciones de amor y detalles siempre serán insuficientes, acusándola de ser tacaña para expresar sus sentimientos amorosos. Si este sujeto asistió a la fiesta, seguramente fue uno de los que pensaron que la comida fue escasa y se quedó con mucha hambre.

Otro ejemplo, si una mujer es muy celosa y posesiva y durante la fiesta su pareja se separó de ella para platicar con la anfitriona o un grupo de amigos, estará todo el tiempo sufriendo por sus celos y furiosa por lo coqueto que es su novio, a quien después le armará un pleito terrible. Por lo tanto, esta mujer se la pasó muy mal en la fiesta y la anfitriona le pareció odiosa. Pero, si en cambio puede darse cuenta de sus celos y tolerarlos dentro de su mente, dejará que su novio platique con quien desee sin hacer escenas y probablemente disfrutará de la fiesta platicando con sus amigos.

Entonces, si al mundo lo observamos según el espectro de emociones que tenemos en nuestra mente y la propia tolerancia para contener y pensar las emociones, surgen varias preguntas: ¿Quién soy yo?, ¿quién es el otro?, ¿yo soy la celosa?, ¿él es el complicado?, ¿vincularse con hombres celosos es una casualidad o hay algo en mí que hace que busque personas así?, ¿tendrá que ver con que mi padre celaba mucho a mi madre? ¿El sujeto provoca tener relaciones complicadas y busca personas con quien relacionarse para crear conflictos? Las relaciones de pareja son muy complejas, en ellas intervienen muchos elementos: los dos actores principales de ese vínculo, uno interactuando con el otro junto con sus emociones, miedos y ansiedades.

Este tema y muchos otros relacionados se profundizarán dentro del Diplomado: Amor. Conflictos en la pareja, la maternidad y la familia. Los invito a asistir y a tratar de entender el amor, su complejidad y vicisitudes. Presentaremos distintos historiales clínicos sumamente completos –aunque siempre vigilando que la información disponible no permita individualizar al paciente real– para comprender con claridad los casos, la forma como es apropiado trabajar dentro de la terapia, los distintos modos de interpretación, etc., lo que será de gran utilidad también para que los terapeutas incrementen sus conocimientos y habilidades en el arte y la ciencia del tratamiento.

Referencias

Freud, Sigmund. (1912). “Sobre la dinámica de la transferencia”, en Obras completas. Tomo XII. Buenos Aires: Amorrortu, 1999.
(1915). “Pulsión y destinos de pulsión”, en Obras completas. Tomo XIV. Buenos Aires: Amorrortu, 1999.
Klein, Melanie. (1936). Amor, culpa y reparación. Barcelona: Paidós.

Inicio del Diplomado El amor. Conflictos en la pareja, la maternidad y la familia 4 de marzo, 2015

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