Ansiedades, sueños y fantasías inconcientes de la mujer en el desarrollo de sus funciones femeninas

Muriel Wolowelski

El interés en las manifestaciones psíquicas de la mujer surge a partir de la evidencia clínica que fui encontrando en algunas de mis pacientes. Muchas de ellas muestran sus dificultades en diversas funciones femeninas como el embarazo, la maternidad, la sexualidad, la lactancia, los problemas en la crianza de los hijos o en las ansiedades de separación asociadas.

Podría preguntarse ¿qué ocasiona estos trastornos? ¿Serán respuestas a vivencias traumáticas experimentadas en la vida temprana que marcan el psiquismo de forma particular? Podríamos suponer que existen dificultades de origen biológico, social, cultural y psíquico. En lo particular, me interesa la metabolización que hace el sujeto de la experiencia externa, la forma en que modela los hechos en su interior, la actividad de la fantasía inconciente y su aparición en el proceso analítico.

Ciertos comportamientos derivados de convicciones inconcientes no pueden ser cuestionados ni pensados y derivan en un funcionamiento alterado. Mientras no se haga algo para descubrirlas y ganarle terreno a ese inmenso territorio desconocido, las personas no se dan cuenta de que tienen certezas que las dominan, que controlan su personalidad y sus emociones.

En este escrito dirijo la atención a la búsqueda de un guion individual, inconciente, como explicación de los trastornos que desarrollamos. Sucesos como vivencias psicológicas, relaciones personales, historias, experiencias, van formando ese “libreto” individual.

Mientras algunas mujeres se embarazan, dan a luz y amamantan con toda naturalidad, otras encuentran grandes obstáculos para hacerlo. ¿A qué se debe que una mujer después de confirmar su gravidez sueñe que tiene una pérdida de sangre que no puede detener y despierte agitada y con mucha angustia? o ¿qué le pasa a aquella otra madre que después de dar a luz siente una profunda ansiedad al quedarse sola con su bebé?

Existen muchas perspectivas que explican los diversos trastornos en la mujer, entre las cuales destaca la línea teórica que propuso Marie Langer en Maternidad y sexo, publicado por primera vez en 1951. Otra línea es la que sigue Melanie Klein y los poskleinianos, quienes dan mayor importancia a los procesos internos en el desarrollo de trastornos del embarazo, lactancia, infertilidad o crianza de bebés. Ambas líneas tienen muchos puntos de coincidencia, aunque también se distinguen entre sí.

Marisela es una joven mujer que tiene veinte días de haber dado a luz. Se encuentra atormentada porque no puede amamantar a su bebé. Le da pecho con mucha dificultad y complementa la alimentación en “vasito” por recomendación de la partera. Se encuentra sorprendida consigo misma al darse cuenta de que no se siente radiante de alegría como supuso que debía sentirse al tener a su primer hijo, dice además estar un poco deprimida. Tiene los pechos lastimados y agrega que uno de ellos “gotea profusamente” mojando su ropa. La invaden fuertes sentimientos de culpa y contradicciones. Se encuentra decaída, baja de peso y sin apetito. Tiene ansiedades de contaminación expresadas en un intenso temor a que el bebé se enferme y muera. También presenta ansiedades frente a la separación manifiestas en la intensa angustia que aparece frente a cualquier alejamiento del esposo. Desea que su marido esté todo el tiempo a su lado y que no se separe de ella ni un instante.

Maricela ha sufrido fuertes depresiones desde la adolescencia e incluso ha tenido varios intentos suicidas: “Me subía al coche, iba a la carretera y agarraba velocidad pensando en estamparme…”, “en ocasiones subía a la azotea de mi edificio y me paraba en la orilla con deseos de arrojarme…”. Ella quiere que la atienda porque dice tener una “depresión posparto” (diagnóstico que ella misma elabora) que le dificulta la lactancia.

Son muchos los caminos que podrían recorrerse para comprender lo que le pasa a una mujer a partir de testimonios clínicos como éste. Por su parte, Marie Langer (1951) toma en cuenta los cambios psicológicos y sociales, la manera en que éstos impactan en la mujer y sus impulsos maternales. No se adhiere a una escuela en particular, sino que encuentra huellas de envidia al pene, siguiendo a Freud, o se remite a la envidia al pecho, siguiendo a Melanie Klein con sus angustias respectivas: el temor a la castración y a la destrucción de la feminidad.

Melanie Klein focalizó su atención en la relación temprana madre-hijo y la descubrió determinante del desarrollo psicológico. En esa relación se despiertan fantasías sádicas en las que se ataca al pecho de la madre. Esos ataques se revierten provocando temor y angustia a quien los propició. Ahora esta madre ha depositado en el hijo todos los contenidos peligrosos de los cuales ella se deshizo y teme el contacto con ese bebé, o puede ser ella misma quien contiene algo peligroso que puede dañar al bebé.

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